jueves, 20 de octubre de 2011

Los Personajes

Me siento a escribir la novela,
no escribo nada,
la leo,
me enamoro toda una mañana de Lucía,
pierdo objetividad,
no sé a qué me refiero,
los otros personajes lloran,
los reto,
lloro con ellos y avanzo entre la brea.
Abro la ventana,
entra el sol,
leo diarios digitales,
mate amargo,
los caracteres que nos protegen,
se llena de gente,
de noticias,
de superficie,
de onda,
de silencio,
gente bien, como uno,
gentilicios,
gente fanática de la Fanta,
gente que se hace la misteriosa,
como si estuviesen chateando con Firmenich,
gente que no te ama,
gente que no sabe lo que se pierde,
esa inmortalidad, esa omnipotencia
que siento cuando te desvisto.
Se nos llena la vida de criteriosos,
de corazones indies,
de personajes bien construidos;
la dependencia de un link,
cortita y al pie,
como la desilusión,
limpiemos lo que limpiemos,
soñemos lo que soñemos,
olvidemos lo que olvidemos,
acá todavía retumba el orgasmo que fingió el Tiempo,
la transpiración,
los latidos,
el agite,
las cosquillas,
todo lo que se moja indefectiblemente con la angustia,
la humedad,
hasta la posibilidad de muerte que tienen los besos,
y nos queda el musgo en las paredes del ombligo:
el orificio sensible del protagonismo,
el cordón umbilical del ego,
el clítoris de Twitter,
la sombra de la culpa.