lunes, 17 de diciembre de 2012

Yo te conozco

Si me preguntás cómo me di cuenta que estás llorando,
te respondo con el slogan de Coto.

Porque es como si te estuviese viendo:

merodeás la góndola de lácteos,
estás en short, musculosa y ojotas,
no te decidís,
mirás los vencimientos,
llamás a tu mamá,
tenés frío por el aire acondicionado,
te abrazás sola,
bufás cuando ves la cola que hay la caja,
y ahí,
casi con el ojo temblando,
me escribís el mensaje.

No sé si es un mérito mío o de ambos,
no sé si es un mérito o una circunstancia,
pero si de algo me puedo jactar
es de saber que Yo te conozco,
por eso te quiero cuidar,
por eso te quiero cerca,
por eso te amo con tanta fuerza;
con la misma que pongo cuando juego
a la pulseada con el mundo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Otro poema de Buenos Aires



Hoy,
Buenos Aires me lastima,
es como un hermana drogadicta,
la quiero mucho y no sé qué hacer,
sus barrios van amortiguando dolor en las esquinas,
archivando amor en placas madres,
desde Núñez hasta La Boca.

Odio sentirme enfermo en su colapso,
me muero de angustia,
de impotencia,
porque le arrebataron la belleza,
y me duele,
porque abandonarla sería abandonarme,
sería pedir el cambio perdiendo cuatro a cero,
pero también sería respetarme,
usar a la distancia para cuidarla,
quién sabe.

Hay domingos que me hacen un tatuaje en el alma,
días de semana,
martes a la siesta,
la calle Blanco Encalada se inunda,
el agua baja y a Belgrano le brillan los adoquines;
Chacarita me imprime Delivery con lluvia,
leemos en el Rodney,
comemos una muzza en El Imperio
y parecemos el futuro;
Palermo me frivoliza,
me da bronca,
se me vuelve prosa;
Villa del Parque es un poema,
una cicatriz, una sonrisa;
Microcentro me humilla,
me odia, me oprime;
Once me da calor,
me escribe un cuento,
me pone ansioso;
Saavedra me recibe en el puente,
me abraza, me mete una mano de callado;
Caballito me tiene harto con Foucault,
me convierte en algo que no soy;
Parque Chacabuco me contiene,
me da fernet,
me hace sentir en Arrecifes;
Constitución me canta las estrofas de Nico,
me vuelve lumpen, me hace vulnerable;
Recoleta me da miedo,
me exilia, me derroca;
Retiro me escribe toda la poesía que falta,
me hace pensar cómo será nuestra casa,
me educa la incertidumbre para siempre;
Boedo me acaricia,
me arrulla,
y saca de mí,
toda la infancia que me queda.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Primer vuelo


Dejá de mirarme,
el de la foto de mi DNI soy yo,
quien viste y calza,
no llevo fierros,
ni drogas,
ni animales en extinción;
sólo llevo esta cara,
porque estoy cansado, ansioso,
y además, necesito un abrazo.

Con los pies sobre la tierra,
ya puedo decir que es hermoso ver a
Buenos Aires transformarse en un mapa,
tener la posibilidad de ver,
desde el aire,
en silencio,
a ese nudo en la espalda del país,
a esa sensible bola de nervios.

Con los pies sobre la tierra,
ya puedo decir que volar es imitar a un gorrión inocente,
pero siempre especulando,
con la mala leche de un cuervo;
es estar en una camilla,
mirando el techo del consultorio de un pediatra;
es ver el Monumental como si fuese una maqueta,
es estar en el cielo,
sin ser católico.

Con los pies sobre la tierra,
también puedo afirmar que no tuve miedo,
sinceramente,
sólo sentí pánico,
bronca y pudor,
en un solo momento:

cuando subí al avión y me topé con
los ojos celestes de Mauricio Macri.