martes, 3 de junio de 2014

Defensa

Cuando me acusan de ansioso,
salgo corriendo detrás del tiempo,
lo alcanzo,
y trato de explicarle el pasado,
con la boca llena.

Cuando me acusan de exagerado,
cuento que Perón me encontró besando a Evita,
y en vez de matarnos,
se puso a llorar.

Cuando me acusan de cobarde,
saco una bola de cristal
y muestro el futuro:
una pareja de ancianos,
tomando mate y leyendo poemas de Santoro,
mientras un ejército de drones
sobrevuela su patio.

Cuando me acusan de drástico,
me saco la remera,
cierro el puño,
me golpeo el pecho,
y con la mirada perdida,
les digo que tiren,
que me llenen de plomo,
que la vida no tiene sentido si me faltan
todas las siestas que nos pertenecen.

Cuando me acusan de dramático,
suspiro,
me agarro la cabeza,
le meto un portazo al alma,
y con gesto de Coca Sarli,
argumento que estoy enamorado
de un montón de cosas.