miércoles, 28 de enero de 2015

Las cosas en mi lugar

El autobomba que dobló en la esquina es una anciana llorando porque se olvidó toda su infancia.

El celular nuevo que se cayó al río es una bomba que iba a explotar en el horario pico de mis recuerdos.

El miedo es un vicio.

La persona que tuvo la posibilidad de aprender a leer pero no lo hace es la pólvora en la mano del mundo.

La mañana que me di cuenta de todo es una hamaca que todavía se sigue moviendo sola.

La miseria es un cáncer.

El edificio que se quedó sin luz durante tres días es la alcancía de la soledad de los culpables.

El trueno que me hizo despertar anoche es la palabra justa que se cayó de un verso que no puedo.

El amor es un bardo.

jueves, 8 de enero de 2015

Los aplausos de Villa Crespo

Recién escuché aplausos desde el balcón,
no sé de dónde vienen,
me intriga,
pero como estoy tomando cerveza solo
y el tiempo es un perro en extinción,
prefiero pensar que festejan algo
que yo también festejaría,
no sé,
que chapamos como los dioses
rodeados de patrulleros,
que la bandera de Euskadi es hermosa,
que aprendí a leer,
que no mueren más mujeres,
que hay un pueblo que se llama La Invencible,
que te sonreís,
que las estrellas,
que la noche recién confiesa,
que las editoriales independientes crecen,
que estoy bien,
que tenés el corazón más grande que
una casa de Gran Hermano,
que perdimos a tiempo,
que hay señal,
que incendiamos Chevallier,
que el mundo,
que los asados,
que la construcción,
que tarde o temprano vamos
a llegar al final que empezamos,
que el sol,
que una caricia,
que Dios es una patria peligrosa,
que las oportunidades,
que más vale,
que me hablás,
que te siento,
que todo lo que ves será nuestro,
que tus decisiones,
que las mías,
que hay lugar para todos,
que la poesía resiste,
que las vacaciones,
que tus ojos,
que el mar,
que viva el fútbol, Pisculichi,
que me tocás timbre,
que te abro,
que te abrazo,
que qué linda tu pollera,
que nadie se atreverá a decir
que no hice todo lo posible,
que nosotros,
que hoy,
que queremos,
que mañana,
que amanece.

lunes, 5 de enero de 2015

2015

Matar un silencio con el pecho
y agarrarlo de sobrepique,
que vuele alto, fuerte y lejos,
que llegue hasta el horizonte
donde la luna gorda titila,
que rebote,
que vuelva,
que caiga en un patio con malvones,
que lo encuentre alguien
que sepa lo que quiere,
que lo cuide,
que lo entienda,
que lo banque,
sin pronóstico,
sin miedo,
en pleno brote de la experiencia.