domingo, 30 de mayo de 2010

Me han dicho

Estoy harto, desahuciado,
porque se con todo mi orgullo,
que nunca podré sacarme
una foto así, con nadie.

Perdón, no debí llamarte,
pero tengo miedo,
porque me han dicho que Te Amo,
que me olvide de Atlanta,
del barrio y de Tuñon,
que sólo hablo de tus padres,
de tus clases de patín
o de tu terror por las arañas.

Perdón, no debí llamarte,
pero tengo miedo,
porque me han dicho que Te Amo,
pero te lo juro por tu hamster,
solo lo sentí hoy a la mañana,
un rato, cerca del mediodía.

Puente Saavedra

El purgatorio barato de las despedidas,
ahí donde mueren los tibios y los grises,
se te mueve el asfalto, Mi Vida, oscila fálicamente,
con ese ruido a mundo que no descansa,
y te hace bajar las escaleras,
para meterte en la habitación de un montón de gente,
que bien sabe del ruido,
que lo escucha con auriculares,
tirados en su colchón infame,
viéndote bajar, contando las monedas,
que no son para ellos, ni para nadie.

Mi Puente Saavedra, Oh! Querido Puente Saavedra,
puerto de mis fracasos, nudo de asfalto,
cabaret de la incertidumbre, piropo triste,
vaya un verso para los que te cruzan por inercia,
los que viven del otro lado,
María y Bubon,
hijos de la noche, cadetes pillos de la oficina de mi alma,
socios del surmenage, gula de las palabras,
nos perdemos en el Polaco, en la garganta podrida,
el puño apretado, pura sangre, puro humo,
infancia ochentosa que hoy te escucha,
con lágrimas que nadie ve, sólo el silencio,
que rueda sobre el tango de tus caricias.

Tu Puente Saavedra, Oh! Temible Puente Saavedra,
corazonada sonsa, ecuador de las eses,
tus camisetas de Platense que se van con el horizonte,
que aparecen y desaparecen donde se mueren las esquinas,
me verás dormido, bajando de un semi-cama nauseabundo,
aliento de viaje, odiando al bigotudo,
al bigotudo soberbio que grita ¡Saavedraaa!
ese bigotudo panzón y mal parido,
que te corta el sueño, que nunca me deja terminar de desnudarte,
porque tengo que bajarme a fallecer,
a ir muriendo hasta la parada del 68,
que se apiada de mí, y se hace cargo de mis huesos, para siempre,
que es precisamente lo que tardo hasta mi cama.

Nuestro Puente Saavedra, Oh! Impertérrito Puente Saavedra,
vaticano de mis papas, off side de los ansiosos,
cuadrilátero de cadáveres on line,
calesita de los excesos, intemperie de los grasas,
aduana peronista, precipicio popular,
visagra de las urnas, yacuzzi del Sindicato,
bájame por tus escaleras, llévame a tu Olimpo,
al sacrificio de la Canción, a un orgasmo profano,
en Rivadavia y Treinta y Tres Orientales,
donde quieras, pero arráncame la pena, sin piedad,
aunque sea tarde,
sabré recuperar las horas perdidas,
asumiendo la soledad y la histeria del tiempo,
porque si hay algo que me deja en paz,
es saber que entregué mi vida por tus ojos,
di la cara por tus piernas,
y creí en la democracia de tus pechos,
la insoportable verborragia del corazón,
que ha creído en el carisma de tus tetas,
como todo iluso,
reprimido por tu sonrisa,
en la plaza hostil de tu lengua.

En esos diez minutos que te extraño

En esos diez minutos que te extraño,
te deseo un balneario sucio,
que a él lo pique un aguaviva,
y que a vos se te llene de arena el choclo,

En esos diez minutos que te extraño,
te imagino sonriendo bajo el sol,
ese que parece que viene desde Nuñez,
vos con tus polleras, comprando verdura, o pan para nadie,
porque yo ya no estoy.

En esos diez minutos que te extraño,
podría inmolarme en esa heladería que hoy me queda lejos,
quemaría las glorietas donde los jubilados bailan,
esa donde vos me miraste tantas últimas veces.

En esos diez minutos que te extraño,
me muero por tus oídos llenos de Madame Ivonne,
por los celos que me tenía tu gata,
o por saber que será de la soledad de ese catorce pulgadas.

En esos diez minutos que te extraño,
se me va la vida,
preparo un tilo absurdo y disimulo que respiro,
soy un camionero sin yerba,
un blog sin actualizar,
una pestaña que nadie se disputa,
un silencio roto que se pierde en el ocaso del recuerdo.

En esos diez minutos que te extraño,
soy una muerte retornable,
una botella de vidrio, vacía,
que llora, que sueña,
que seguimos haciendo el amor.

Pelopincho

Cuantas veces he soñado
con una Pelopincho en Plaza Miserere,
mientras vos y el verano,
se bronceaban sin consuelo,
en una siesta triste,
sin Revolución.

Puedo gritar

Si me rozan tus labios,
si tu risa me regala algunos silencios,
si afuera llueve y toda avergonzada
me pedís abandonarte en mis sábanas...
puedo gritar, como un heladero petiso,
que el dolor o la tristeza
son perfectas utopías.

Historia que viene

Todos los siglos han frivolizado su espasmo,
y nosotros, que avanzamos con espuma en la boca,
no hacemos más que repetir ese silencio,
que nos aturde a susurros,
que nos mea el bidet,
que nos llena de pelos la boca,
que nos pellizca la medula,
y encima… todavía falta, todavía falta.

jueves, 27 de mayo de 2010

Ahí viene el mundo

No me asusto, que se yo, ahí viene el mundo,
toda su miseria y no me asusto.
Porque un día no estarán, y llegarás, serás parte,
donde todo el miedo sea una anécdota,
donde todo el odio sean dibujos en crayón,
y sin querer, los retazos de tu risa serán el sol,
el río de tu llanto será el mar, el hambre de tu hijo será Dios,
y todos los corazones latirán… sin deuda alguna.