martes, 23 de agosto de 2011

La Feria del Libro

Una promotora rubia te ofrece

la muestra gratis de brancamenta:


indómita,

negás sin levantar la vista,


sentadita,

leyendo el libro que te robaste,


atónita,

tu vestido floreado,

vintage como tu cara,

como tu sonrisa,


ida,

tus cachetes del culo rojos por el pavimento,

tu mirada acongojada,

desplomada sobre los versos,


irresponsables,

mientras seguimos haciendo tiempo,

mientras seguimos haciendo nada,


hipócritas,

el pabellón dónde está la oferta de Paco Urondo,

se llama José Alfredo Martínez de Hoz.

miércoles, 10 de agosto de 2011

La esperanza

Izando la bandera del martirio
se nos va a romper el joystick del progreso,
nos vamos a volver marginales
hasta perder la noción de la distancia.

Esta vez,
ojitos de Almendra,
no creo que metas
una foto del Marqués de Sade
dentro de tu voto;
esta vez no,
ahora la patria también se parece
a nuestras siestas con el ventilador al taco.

lunes, 8 de agosto de 2011

Oda a Microsoft Word


Te vi vacío,
lleno de atrocidades,
de miedos,
de oraciones unimembres
que nunca nadie podrá leer.

Te vi cansado,
centrado,
justificado,
alineado a cada uno de tus costados.

Te vi abrirte lento,
preguntarme si deseo guardar
mi histeria sintáctica,
repreguntarme si estoy seguro,
ponerle límites a la existencia.

Te vi inmortal,
lúgubre,
triste,
aburrido,
conciente de ser el único,
de vacaciones en el escritorio,
acariciando el WordArt,
esa mascota menemista
que decora tu estatus.

Te vi viejo,
solo en un asilo,
abandonado,
incompatible,
con tu lomo blanco lleno de marcas rojas,
torturado por la RAE,
esa sarta de sicarios del verso.

Te vi en todas tus versiones,
metiendo un pase entrecortado
para que la impresora defina.

Te vi llorando,
sangrando,
craneando mails olvidables,
echar de menos un millón de notas al pie.

Te vi celoso,
tímido,
ansioso,
haciendo scroll desesperado,
la forma más absurda del consuelo.

Te vi en el sueño de la siesta,
en la cárcel,
con la elegancia de la cursiva,
con las tetas paradas de la negrita.

Te vi,
desde que tengo uso de la razón que me toca,
dentro de mi vida,
cerca del aire.

Te vi,
fuerza enferma,
paladar del alma.

Te vi,
y me hago cargo.