A
la memoria del Gallego Pardo
Un perro mojado se revuelca en los adoquines,
mueve el hocico y estornuda.
Ya no llueve, ahora el febo le acaricia el lomo,
barro seco, pelo duro,
la demencia de ese pichicho me emociona,
su furia lúdica, la brutalidad de su infancia,
y ese intacto poder de asombro,
como si hubiese encontrado ese invisible para el pelo,
que perdiste allá lejos,
hace un ejército de noches.
ahí'staba el pichicho... lo pude ver...
ResponderEliminarincreíble la emoción q llevaba... capaz fue el pelo, ahora suelto...
gustó mucho leo! delicado...
abrazo...
q.