compraste un regalo para tu sobrino,
las zapatillas
con luces.
El sonido del silbato de cada estación
es un penal que nos cobra el tiempo.
Llegamos,
el Peronismo se vuelve carne,
deja de ser un ícono,
un debate absurdo,
una pose.
Nos reciben en la reja,
alegres, ansiosos,
porque acá todo es verdad.
El pibito,
la mar de
contento,
mira
asombrado y tira facha para todos los costados.
Vos,
toda
orgullosa,
le hacés
doble nudo, sonreís y me guiñás un ojo.
Yo,
todo
abrigado,
acepto
bizcochuelo de tu hermana, tomo mate y te amo.
Nosotros,
en este
sábado que llovizna,
hackeamos
a la soledad,
mientras
tu sobrino mete pasitos de cumbia,
agarrado a
la puerta del garage.
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