Con la lastimadura bien frutilla,
sentís que sólo late esa parte,
pero hay que sacar al corazón de ahí,
separarlo,
empujarlo,
y así,
como hacen los amigos que se rescatan
mientras el resto tira piñas al aire,
calmarlo,
abrazarlo,
agarrarle la cara desencajada
y decirle que no sea pajero,
que más vale,
que lo entendés,
que lo querés,
que sí,
que ya sabés,
pero basta,
ya está,
hermano,
dale,
vamos a casa.
Qué genial éste, qué placer leer!
ResponderEliminarQué genial éste, qué placer leer!
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