miércoles, 1 de agosto de 2012

Casas






















Podría esperar que te mueras para escribirte,
sumarme a los homenajes digitales citando
tu Satisfaction, tu Twist and Shout:

Todo lo que su pudre… etc.

Podría ponerme a escribir una monografía
sobre el Spleen de Boedo,
decirle a los del canon que están fuori de la copa,
que lean a Desiderio,
a Mangieri, a Edwards;
sería un acto épico, mitológico;
pero no soy quien.

Prefiero recordar las personas
a las que le regalé Horla City,
lo caro que me salió,
disentir con El Gordismo,
con tu firma de intelectuales,
imaginar al Mono Irusta haciendo Tai Chi,
sentir que me voy a cruzar al Japonés Uzu
en la panadería de Garay y Colombres,
o inmortalizar la sonoridad de tu risa,
en una vieja casona de Villa Crespo.

viernes, 6 de julio de 2012

Call TV

Una madrugada lloré a balde con un call TV de fondo,
pero no volverá a pasar,
nunca más voy a compartir mis lágrimas
con la efusividad de una bronceada en invierno,
ni con el insomnio de un montón de gente abandonada.

No volverá a pasar,
cuando sienta temblar mis labios voy a pensar
en el gol de Trezeguet a Ferro,
el gesto de su volea sutil en un mundo tan salvaje,
su temple,
su elegancia,
y su festejo galo como si fuese Rimbaud.

No,
no volveré a llorar con un call TV de fondo,
voy a pensar que estamos en el Parque España
comiéndonos las eses,
tomando mate,
mirando los barcos;
hurgaré en mi alma hasta encontrar
la paciencia de un coya cansado,
hasta lograr que mis miedos se batan a duelo,
y como buenos cobardes,
empaten y se mueran.


viernes, 15 de junio de 2012

La soledad


*
La guardia del Hospital Santa Francisca
a las tres y media de la mañana,
el olor a pucho cuando entro a tu silencio,
un Fa mayor seguido de un Fa menor
en una siesta soleada de invierno,
leer,
un jabón escuálido partido al medio
con grietas de tierra,
una toalla mojada en el piso,
Naoko en Tokio Blues,
una boya rosa de telgopor flotando quieta,
el Palco Vip de la Bombonera,
tu segundo nombre,
llorar en Acoyte y Rivadavia,
la Línea A,
los baños de Retiro.

* *
Los carteles gigantes de los estudios jurídicos
frente a la opulencia de Plaza Miserere,
María Soledad Morales,
el dólar,
la derrota de un tenista,
una compota de manzana en un asilo de ancianos,
hacer el bolso,
leer Triste, Solitario y Final,
un teléfono público con folletitos
de pendejas indefensas,
un contrabajo sin cuerdas,
la merca,
la gente que quiere a la gente que toma mucha merca,
la locura,
la fiebre,
el cajón de tu mesita de luz.

* * *
Una nena de la mano de la directora
esperando que la vengan a buscar,
el error de un arquero,
una mujer embarazada,
el 24 de diciembre a la noche,
un perro asustado por los cohetes,
leer,
tener miedo,
un arco sin red,
la tumba del Bocha Sokol en un rincón de las Sierras de Córdoba,
una pared blanca con el cartel de “Prohibido fijar carteles”,
la paja – en el ojo ajeno-,
vacunarte,
decidirte,
ser del interior,
ser un hijo de puta,
estar en bolas,
volver a casa después de tu velorio,
un monoambiente,
un mambo negro,
trabajar en un call center,
la vez que te esperé sentado,
la antropofagia.

* * * *
La soledad es un pedazo de glaciar que se derrumba
justo en el momento que nadie lo está filmando.

* * * * *
El llanero y la lombriz,
porque en la soledad está todo eso que la distancia reprime,
incluso vos y el futuro,
que se tapa la cara con las manos y te pide disculpas,
por las dudas.




martes, 8 de mayo de 2012

Manifiesto de los Bipolares Salvajes


Conquistaremos el mundo a fuerza de arrepentimientos,
¡viva la mala praxis de la pasión!,
Bipolares Salvajes,
debemos sentir la felicidad del que toma agua de la manguera,
mientras tanto,
a la par,
tenemos que sentir una tristeza profunda,
como la que ofrecen los grandes carteles luminosos
con una letra quemada.
Gocemos,
padezcamos,
hagamos un pijama party en la casa de Kafka,
dejemos la vida en un capricho,
porque en el fondo,
con el tiempo de rodillas,
todo es la misma mierda con distinto amor.

jueves, 29 de marzo de 2012

Poema para que la gente que quiero se lo lea a la gente que quiere


Seamos más felices que la mierda,
leamos,
uno al lado del otro,
el otro al lado de uno,
cantemos,
para nosotros,
para cantar,
besémonos en medio de un bostezo,
como si nada,
como si todo,
tengamos Internet para siempre,
en cada noche,
en cada invierno,
tiremos paredes con el Pibe Valderrama,
desde la belleza,
desde la memoria,
no le tengamos miedo a los miedos,
seamos justos,
seamos ambos,
hagamos el amor,
en las urnas,
en la escalera;
pero eso sí,
si algún día despertás de la siesta
con ganas de abandonarme,
no lo dudes,
hacelo como un locutor dice un legal,
así no entiendo nada,
y asumo la herida por inercia.


martes, 28 de febrero de 2012

Los pobres

A Damián Lamanna Guiñazú




Los pobres vamos a misa,

Dios nos dice por cucaracha que sigamos,

que el show debe continuar.


Los pobres juntamos cartón,

escribimos,

leemos,

nos vamos a la B,

tenemos una cocina de pasta base,

nos inundamos,

y obviamente,

como prototipo standard de pobre,

tenemos hambre,

histórico,

auténtico.


Los pobres nos compramos un iPad,

conocemos Europa,

nos suicidamos,

nos abandonan,

abandonamos,

nos arrepentimos,

y nos sentimos abandonados.


A los pobres nos dicen negros,

pero esos que nos dicen negros,

también son pobres,

y así sucesivamente,

somos una pobreza.


Los pobres tenemos objetivos,

por ejemplo:

formar una familia,

esos son los objetivos que tenemos los pobres,

labrador té con leche,

juguetón,

hijos cachetones

y mucho patio en Béccar.


Son nuestros objetivos,

nuestros sueños,

y bueno,

esfuerzo, responsabilidad,

educación, valores,

el speech que todos conocemos;

por eso los pobres también queremos ser futbolistas,

revocar el comedor,

hacer una pileta,

un quincho.


Algunos pobres queremos terminar la secundaria,

tener futuro,

porque los pobres queremos ser alguien,

poder sacar en cuotas,

que confíen en nosotros.


Los pobres somos del oeste,

viajamos en tren,

nos matamos,

nos matan,

nos dejan toda una vida entre las chapas,

perdidos,

solos;

otros pobres que nos buscan también se pierden,

nos ignoran,

porque ellos también son la muerte desapercibida,

después nos encuentran,

pobres,

muertos y pobres,

pero nuestros padres,

nuestros amigos pobres,

le meten, le meten y le meten,

porque los pobres tenemos los huevos bien puestos,

como los stoppers de la década del 80,

barbudos y medias bajas;

aunque con eso no alcanza,

los pobres estamos hartos,

se nos seca la garganta,

puro llanto,

los pobres estamos podridos,

como supo estar mi corazón,

cuando ya nadie se hizo cargo del aire,

un cacho de carne hediondo dentro de un tupper,

derrotado y solo en la heladera rota de tu alma.


Es que los pobres no tenemos fuerza,

no tenemos nada,

ni siquiera misterio,

sólo podríamos tener poder, voz y voto si nos organizamos,

pero lamentablemente,

sólo nos organizamos para coger,

o para ir a Gualeguaychú,

porque los pobres también nos vamos de vacaciones,

y pará,

también cogemos,

bien, mal, tristes,

pero cogemos.


Los pobres somos obsecuentes y cínicos,

porque la obsecuencia también es ser cínico,

hay que dejar de ser obsecuentes por lo menos dos años,

la obsecuencia es una plaga,

pero así somos los pobres,

alta plaga,

somos obsecuentes del progresismo,

obsecuentes de intelectuales,

obsecuentes de los que denuncian la obsecuencia,

obsecuentes de nosotros mismos,

hasta somos obsecuentes de algunos cínicos cooltos,

los de la gaseosa finamente gasificada

y la ensalada césar.


Así somos los pobres,

frivolizamos la miseria,

no nos escuchamos,

no nos entendemos,

nunca dejamos un poco en paz a la ironía,

nunca dejamos de jugar al anarcorecoleta,

nunca dejamos de hacerle pogo al silencio.


Los pobres somos gerentes,

mozos,

serenos,

diputados o docentes.


Los pobres somos facheros,

cobardes,

fachos,

putos,

chetos,

cabezas,

estamos en cana,

somos asesinos,

violadores,

periodistas.


Los pobres tenemos campo en la pampa húmeda,

tanteamos el pronóstico del clima por internet,

le contamos a papá,

llueve,

el viejo sonríe,

mientras otros pobres nos mojamos,

dormimos en una vidriera,

morimos de frío,

de miedo.


Los pobres nos recibimos

en la UBA o en la UCA,

nos refregamos el título en la cara,

estemos donde estemos,

eso nos caracteriza,

eso es bien nuestro,

eso es ser un pobre con todas las de la ley.


Y como a pesar de todo,

incluso del tiempo,

los pobres siempre tenemos fe, ilusión y esperanza,

nos permitimos caer en lugares comunes;

entonces me animo a decir que,

juntos,

los pobres podemos cambiar el mundo,

o algo así,

y ojalá,

tenga un final hollywoodense,

que ganemos nosotros,

como en las pelis que miramos los pobres.

jueves, 16 de febrero de 2012

Resolana

Soy un polizón de este barco abandonado,
un carajo bajito,
oxidado,
hamacándose en el aire,
sobre la agonía de un puerto sucio,
flotando como la intriga,
como los peces de colores en aceite quemada.

Todo esto es lo que nos queda cuando me voy,
todo esto es lo que nos queda cuando te vas,
todo esto es lo que nos queda cuando nos vamos:

un mar con sal light,
un aguamuerta sobre la arena,
un guardavidas bronceado y serio,
con los anteojos de sol
perdidos en el horizonte nublado,
mientras Alfonsina pide ayuda entre las olas,
desesperada,
arrepentida,
y una señora de malla entera junta caracoles,
los escucha,
tienen el ruido de Microcentro,
dicen que la resolana igual nos quema,
factor nosotros,
siempre nos quemamos,
hay que tener más cuidado,
no podemos pasar,
éste es el límite,
del otro lado es una playa privada,
de esas donde nadie aplaude
cuando se pierde un nene.