El corazón de algún sufrido me acompaña hasta la terminal.
Sebastián Teysera Curbelo
Llevo toda
la soledad de Retiro,
el último
bostezo del sol sobre Buenos Aires,
un pibe con gorra y la camiseta trucha del Manchester City
pisándola
contra el corner, en la canchita de la Villa 31.
Llevo la
noche,
la ruta,
la
velocidad de los árboles efímeros
que
siempre van a contra mano,
la
banquina,
el olor a
zorrino,
tres tomos
de tus mensajes de texto,
un giga de discos,
una peli
en baja,
la prosa,
los
versos,
y libros que te voy a prestar.
También
llevo desesperación,
alegría,
desodorante,
futuro,
cepillo de
dientes,
contradicciones,
talco,
convicciones,
un plazo
fijo de nostalgia,
un montón
de amor,
el choque
frontal de tu sonrisa,
los peajes
y la distancia.
Todo eso
amontonado en una misma ansiedad,
en una
misma paciencia.
Desde la
ventanilla del micro,
a lo
lejos,
como
encendedores en una canción que sabemos todos,
aparecen
las luces de alguna ciudad,
y como
siempre,
supongo
que estoy llegando.
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