Para
lograr ritmo, emoción y contundencia,
escribí un
poema en cuerpo dieciséis.
Sentí
vergüenza,
hundí el delete con rabia,
y me
pregunté:
¿Qué carajo estoy haciendo?
¿Por qué
no estoy leyendo?
¿Quién me
apura?
A veces,
escribir nos embrutece.
escribir nos embrutece.
contundente final
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