Las lágrimas tienen fueros
que las protegen de la injusticia,
zafan de la tumba de la indiferencia,
cajonean su propio destino.
No importa si son lágrimas de alegría,
de tristeza, de rabia, o de mentira,
siempre gozan de su condición
de inimputables, de mártires,
son las estrellas que saludan
al pueblo desde un autobomba,
por la avenida ancha del mundo.
Las lágrimas rompen el tiempo,
escriben la historia que quieren,
abusan de su tradición,
de su significado,
de su silencio;
pero como todo dios,
tienen su talón de aquiles,
su penal errado en semi,
la traición de su propia gula:
son las lágrimas
que aparecen
justo en el
final de un bostezo,
esas
huérfanas y avarientas
que huyen
de la perfección,
solo que el
cuerpo las obliga a salir,
porque se
hicieron las boludas
cuando tenían que salir posta.
cuando tenían que salir posta.
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