miércoles, 23 de enero de 2013

Poema de una novela




A la memoria de Manuel Manrique


Terminé Plegarias nocturnas,
de Santiago Gamboa,
arriba del 115.

Cerré el libro y me puse a llorar,
quizá lloraba desde algunas páginas atrás,
nunca lo voy a saber.

Levante la mirada y una señora,
que podría ser la tía preferida de cualquier mortal,
me preguntó si me sentía bien:
sonreí,
avergonzado y con la cara llena de lágrimas,
contesté que sí.

Me hubiese encantado contarle quién era Juana,
su belleza,
su lunfardo colombiano,
su fuerza,
sus tatuajes;
pero no,
guardé la novela en la mochila
y miré por la ventanilla,
justo cruzábamos Plaza Miserere,
con el dolor dulce de la verosimilitud,
con la tarde cayendo insulsa,
refregándome los ojos,
vi toda la soledad amontonada,
toda la incertidumbre resistiendo,
y me dije:
mirá, boludo, hablando de Roma...

miércoles, 9 de enero de 2013

Desde la puerta de mi casa


Truena,
pero todavía no cae la lluvia,
en el aire hay una tensión divina,
un vientito sucio presagia el despelote;
entre las nubes,
bien en el rincón,
donde viven las arañas del horizonte,
parece que Madonna baja de una limousine
o hay un cumpleaños de 15,
flash que va,
flash que viene,
el cielo saca fotos para después subirlas a Facebook,
y así,
refregarle al infierno una catarata de megustas
que su ejército de mortales le otorga.

Truena,
la señora que pasea un pekinés acelera el paso,
frunce el entrecejo,
bufa,
me mira mal a mí,
como si yo tuviese la culpa,
se acomoda la pollera,
mete el monedero bajo la axila y reta al perro,
que sin comerla ni beberla,
rezonga en silencio,
con la correa en el cogote.

Por fin cae la lluvia,
gotones apurados se desploman
contra el pavimento hirviendo,
el sonido copioso de la lluvia es unánime,
dos mujeres cubren con un paraguas rosa
a su hijita haitiana,
una de ellas la alza,
la otra lleva la bolsa de los mandados,
ríen a carcajadas,
trotan las tres juntas sobre la vereda de Colombres,
llenas de amor,
mojadas,
felices y con futuro.

Desde la puerta de mi casa,
en cuero,
pantalón corto y descalzo,
recién resucitado de una siesta,
despeinado y con una novela en la mano,
creo que Dios es un barrabrava carismático.


lunes, 7 de enero de 2013

Haikus de Barrio Las Flores




I
Supercampeones,
mi chocolatada fría,
en los noventa.

II
Oliver Atom,
tu cancha infinita,
alta infancia.

III
El Carlos Saúl
vendió toda la patria,
I love Miami.

IV
Me enamoré…
admitió un subcampeón,
hoy es muy feliz.

V
Qué triste, loco,
el tiempo suele ser así,
pero esperá.

VI
A veces muero,
a veces escribo así,
a veces nazco.

VII
Soy un samurai
cobarde y ansioso,
vengan de a uno.

VIII
Versos que mienten
¿Qué onda los poetas?
cada uno sabrá.

IX
Mate amargo,
cae el sol sin nosotros,
no hay consuelo.

X
¿Cómo se hace
para aprender a oír
sin el silencio?