miércoles, 8 de octubre de 2014

Maratón

Extraño momentos
que todavía no viví,
por eso,
cuando el tiempo se aleja,
no pienso,
no mido las consecuencias,
solo salgo corriendo,
como un galgo pichicateado,
como un barrabrava cobarde,
como un adolescente de Zambia.

En otro orden de los impulsos,
el tiempo es lo inalcanzable
y yo soy la velocidad.


martes, 7 de octubre de 2014

Poema de un entretiempo

Hay un tiempo imposible,
puto,
macho,
mujer,
loco,
soberbio,
asesino,
triste,
dealer,
millonario,
bostero,
liberal y cínico;
que se muere sin culpa,
en la timba de los sueños.

Hay otro tiempo,
argentino,
extraterrestre,
amateur,
sucio,
sensual,
honesto,
canalla,
leproso,
promiscuo,
gordo,
chanta,
sweety,
barrilete,
vegano,
llorón,
monotributista y pillo;
que desperdicia el futuro,
porque le teme.

Y a su vez,
hay otro tiempo,
muerto,
poético,
asqueroso,
pueblerino,
gil,
abrazable,
sano
gorila,
canchero,
latino,
clave,
flaco,
pop,
siniestro,
fofo,
hipster,
oscuro,
lindo y turbio;
que traiciona la historia,
porque la ama.

Todos esos tiempos coinciden en tu sonrisa,
y cuando el silencio que construimos se haga piedra,
seré un reloj roto,
en el fondo del río.


miércoles, 24 de septiembre de 2014

A las siete y media de la tarde puede pasar cualquier cosa


Paró de llover,
ahora el cielo parece una remera
noventosa desteñida con lavandina.

El vientito que me pega en la cara
es la sombra del mundo que
pasó al mango por al lado mío.

Sigo caminando,
una brújula explota en mi cabeza,
me crece un reloj en el pecho,
te pienso,
y se me hace de noche.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

El pizarrón de la parrilla

El pizarrón de la parrilla
que está sobre Acoyte,
me hace pensar en vos.

Porque un sándwich de vacío
es lo mismo que ponerme a mí
entre dos panes gigantes,
la noche que me dijiste que
a veces el amor no alcanza,
y todo eso que solo entienden,
los que toman la decisión.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Estrategia


Vos te vas a reír,
pero a mí me hace bien pensar que
algún pibe está tapado hasta la cabeza,
con la luz apagada,
mientras You Tube reproduce
un compilado de cumbia noventosa;
o que una piba rindió un final,
y se puso a llorar de la alegría,
cuando la llamó su hermano.

Ya sé que te vas a reír;
pero a mí me hace bien pensar que mi abuela
se puede volver a enamorar de un viejo bueno,
gran jugador de bochas,
quinielero y bailarín;
o que el Río Arrecifes tiene agua cristalina,
y los que viven cerca no se inundan nunca más,
solo disfrutan sus orillas,
con mallas de colores,
como los dibujos de un manual de primaria.

Esa es mi estrategia,
un poco ingenua;
pero es mía,
y me sirve,
me sana,
me saca por un rato de la jaula,
sobre todo estos días,
que extraño hasta tu forma de tomar agua del pico,
descalza,
dormida;
estos días apurados,
en los que me tiembla el piso
cuando alguien te nombra,
estos días que me cansan,
me paralizan,
me desubican,
me dejan el corazón sin señal;
y termino siempre así:
frente al monitor,
escribiendo con tus manos,
leyendo con tus ojos.

martes, 12 de agosto de 2014

Vos en off


Cuando sonríe,
la chica que atiende la librería
se parece a vos.

Mentira,
nadie se parece a vos,
ni siquiera nosotros.


martes, 29 de julio de 2014

Misil


El sillón de palets,
la foto de Ortega,
las sábanas nuevas;
las entradas del Mundial,
todo hecho ceniza.

Mientras me arrastraba por el parqué hirviendo,
mendigando un abrazo que me saque
de la línea de fuego,
la vecina seguía en la suya,
prendiendo un sahumerio atrás del otro,
escuchando su ska combativo,
con su pañuelo brillante en la cabeza
y su aliento a mate.

Los rasguidos a contratiempo se mezclaban
con la voz de Edmundo Rivero,
porque el portero también tenía su puerta abierta;
pero nadie escuchaba mis gritos,
ninguno de los dos fue capaz de entrar
para meterme un abrazo largo,
y preguntarme:

¿Quién tuvo la culpa?
¿Quién fue más impaciente?
¿Quién está detrás de todo esto?
¿Quién debe hacerse cargo del dolor?

Me seguí arrastrando,
como pude,
intenté abrir la puerta,
pero sentí un zumbido,
estaba llegando otro silencio tuyo,
me hice bolita en un rincón,
cerré los ojos,
me tape los oídos,
y BOOOOMMMM!

Otra vez,
una lluvia de escombros.

Logré pararme,
el polvillo no me dejaba respirar,
y en eso,
la biblioteca se derrumbó sobre mí,
con todos los libros carbonizados.

Con la cara sucia,
llorando,
como una foto que se viraliza en Facebook,
como cuando perdía a los penales con mi hermano,
saqué el teléfono del bolsillo,
y llamé.

En toda guerra,
el que más habla es el que pierde.