jueves, 8 de enero de 2015

Los aplausos de Villa Crespo

Recién escuché aplausos desde el balcón,
no sé de dónde vienen,
me intriga,
pero como estoy tomando cerveza solo
y el tiempo es un perro en extinción,
prefiero pensar que festejan algo
que yo también festejaría,
no sé,
que chapamos como los dioses
rodeados de patrulleros,
que la bandera de Euskadi es hermosa,
que aprendí a leer,
que no mueren más mujeres,
que hay un pueblo que se llama La Invencible,
que te sonreís,
que las estrellas,
que la noche recién confiesa,
que las editoriales independientes crecen,
que estoy bien,
que tenés el corazón más grande que
una casa de Gran Hermano,
que perdimos a tiempo,
que hay señal,
que incendiamos Chevallier,
que el mundo,
que los asados,
que la construcción,
que tarde o temprano vamos
a llegar al final que empezamos,
que el sol,
que una caricia,
que Dios es una patria peligrosa,
que las oportunidades,
que más vale,
que me hablás,
que te siento,
que todo lo que ves será nuestro,
que tus decisiones,
que las mías,
que hay lugar para todos,
que la poesía resiste,
que las vacaciones,
que tus ojos,
que el mar,
que viva el fútbol, Pisculichi,
que me tocás timbre,
que te abro,
que te abrazo,
que qué linda tu pollera,
que nadie se atreverá a decir
que no hice todo lo posible,
que nosotros,
que hoy,
que queremos,
que mañana,
que amanece.

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