jueves, 9 de septiembre de 2010

Me parece que es de noche

Me parece que es de noche
dijiste bostezando,
las sabanas llenas de migas,
medias sucias,
y en el televisor gente que se moría.

Vos hablabas sin mirarme
y comías maní;
tu chop de cerveza vacío,
sólo la espuma del fondo,
esa pequeña epilepsia de la espera.

Vos hablabas en tu idioma,
en tetas, cansada,
decías mucho etcétera,
mientras yo te ignoraba,
respiraba fuerte
y soñaba que trabajaba
en una estación de servicio.

En el televisor,
la camarita de un supermercado chino
congelaba la cara de un pibe
de la 1-11-14;
bajé de la cama,
me rasqué el ombligo,
tuve sed,
y me digné a mear transparente
mirando la claraboya.

El sol se escabullía
en la frescura de los azulejos,
era el laser de un patovica del cielo,
una bala rasante de agua tibia.

Salí del baño con la cara mojada,
me choqué la mesa ratona,
y en una fotocopia amarillenta de Bajtín
vi como un fibrón sentenciaba tu ausencia:

perdón, pero verte durmiendo
me hizo pensar en mí.

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