miércoles, 9 de enero de 2013

Desde la puerta de mi casa


Truena,
pero todavía no cae la lluvia,
en el aire hay una tensión divina,
un vientito sucio presagia el despelote;
entre las nubes,
bien en el rincón,
donde viven las arañas del horizonte,
parece que Madonna baja de una limousine
o hay un cumpleaños de 15,
flash que va,
flash que viene,
el cielo saca fotos para después subirlas a Facebook,
y así,
refregarle al infierno una catarata de megustas
que su ejército de mortales le otorga.

Truena,
la señora que pasea un pekinés acelera el paso,
frunce el entrecejo,
bufa,
me mira mal a mí,
como si yo tuviese la culpa,
se acomoda la pollera,
mete el monedero bajo la axila y reta al perro,
que sin comerla ni beberla,
rezonga en silencio,
con la correa en el cogote.

Por fin cae la lluvia,
gotones apurados se desploman
contra el pavimento hirviendo,
el sonido copioso de la lluvia es unánime,
dos mujeres cubren con un paraguas rosa
a su hijita haitiana,
una de ellas la alza,
la otra lleva la bolsa de los mandados,
ríen a carcajadas,
trotan las tres juntas sobre la vereda de Colombres,
llenas de amor,
mojadas,
felices y con futuro.

Desde la puerta de mi casa,
en cuero,
pantalón corto y descalzo,
recién resucitado de una siesta,
despeinado y con una novela en la mano,
creo que Dios es un barrabrava carismático.


lunes, 7 de enero de 2013

Haikus de Barrio Las Flores




I
Supercampeones,
mi chocolatada fría,
en los noventa.

II
Oliver Atom,
tu cancha infinita,
alta infancia.

III
El Carlos Saúl
vendió toda la patria,
I love Miami.

IV
Me enamoré…
admitió un subcampeón,
hoy es muy feliz.

V
Qué triste, loco,
el tiempo suele ser así,
pero esperá.

VI
A veces muero,
a veces escribo así,
a veces nazco.

VII
Soy un samurai
cobarde y ansioso,
vengan de a uno.

VIII
Versos que mienten
¿Qué onda los poetas?
cada uno sabrá.

IX
Mate amargo,
cae el sol sin nosotros,
no hay consuelo.

X
¿Cómo se hace
para aprender a oír
sin el silencio?

lunes, 17 de diciembre de 2012

Yo te conozco

Si me preguntás cómo me di cuenta que estás llorando,
te respondo con el slogan de Coto.

Porque es como si te estuviese viendo:

merodeás la góndola de lácteos,
estás en short, musculosa y ojotas,
no te decidís,
mirás los vencimientos,
llamás a tu mamá,
tenés frío por el aire acondicionado,
te abrazás sola,
bufás cuando ves la cola que hay la caja,
y ahí,
casi con el ojo temblando,
me escribís el mensaje.

No sé si es un mérito mío o de ambos,
no sé si es un mérito o una circunstancia,
pero si de algo me puedo jactar
es de saber que Yo te conozco,
por eso te quiero cuidar,
por eso te quiero cerca,
por eso te amo con tanta fuerza;
con la misma que pongo cuando juego
a la pulseada con el mundo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Otro poema de Buenos Aires



Hoy,
Buenos Aires me lastima,
es como un hermana drogadicta,
la quiero mucho y no sé qué hacer,
sus barrios van amortiguando dolor en las esquinas,
archivando amor en placas madres,
desde Núñez hasta La Boca.

Odio sentirme enfermo en su colapso,
me muero de angustia,
de impotencia,
porque le arrebataron la belleza,
y me duele,
porque abandonarla sería abandonarme,
sería pedir el cambio perdiendo cuatro a cero,
pero también sería respetarme,
usar a la distancia para cuidarla,
quién sabe.

Hay domingos que me hacen un tatuaje en el alma,
días de semana,
martes a la siesta,
la calle Blanco Encalada se inunda,
el agua baja y a Belgrano le brillan los adoquines;
Chacarita me imprime Delivery con lluvia,
leemos en el Rodney,
comemos una muzza en El Imperio
y parecemos el futuro;
Palermo me frivoliza,
me da bronca,
se me vuelve prosa;
Villa del Parque es un poema,
una cicatriz, una sonrisa;
Microcentro me humilla,
me odia, me oprime;
Once me da calor,
me escribe un cuento,
me pone ansioso;
Saavedra me recibe en el puente,
me abraza, me mete una mano de callado;
Caballito me tiene harto con Foucault,
me convierte en algo que no soy;
Parque Chacabuco me contiene,
me da fernet,
me hace sentir en Arrecifes;
Constitución me canta las estrofas de Nico,
me vuelve lumpen, me hace vulnerable;
Recoleta me da miedo,
me exilia, me derroca;
Retiro me escribe toda la poesía que falta,
me hace pensar cómo será nuestra casa,
me educa la incertidumbre para siempre;
Boedo me acaricia,
me arrulla,
y saca de mí,
toda la infancia que me queda.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Primer vuelo


Dejá de mirarme,
el de la foto de mi DNI soy yo,
quien viste y calza,
no llevo fierros,
ni drogas,
ni animales en extinción;
sólo llevo esta cara,
porque estoy cansado, ansioso,
y además, necesito un abrazo.

Con los pies sobre la tierra,
ya puedo decir que es hermoso ver a
Buenos Aires transformarse en un mapa,
tener la posibilidad de ver,
desde el aire,
en silencio,
a ese nudo en la espalda del país,
a esa sensible bola de nervios.

Con los pies sobre la tierra,
ya puedo decir que volar es imitar a un gorrión inocente,
pero siempre especulando,
con la mala leche de un cuervo;
es estar en una camilla,
mirando el techo del consultorio de un pediatra;
es ver el Monumental como si fuese una maqueta,
es estar en el cielo,
sin ser católico.

Con los pies sobre la tierra,
también puedo afirmar que no tuve miedo,
sinceramente,
sólo sentí pánico,
bronca y pudor,
en un solo momento:

cuando subí al avión y me topé con
los ojos celestes de Mauricio Macri.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Ventanilla


El corazón de algún sufrido me acompaña hasta la terminal.
Sebastián Teysera Curbelo


Llevo toda la soledad de Retiro,
el último bostezo del sol sobre Buenos Aires,
un pibe con gorra y la camiseta trucha del Manchester City
pisándola contra el corner, en la canchita de la Villa 31.

Llevo la noche,
la ruta,
la velocidad de los árboles efímeros
que siempre van a contra mano,
la banquina,
el olor a zorrino,
tres tomos de tus mensajes de texto,
un giga de discos,
una peli en baja,
la prosa,
los versos,
y libros que te voy a prestar.

También llevo desesperación,
alegría,
desodorante,
futuro,
cepillo de dientes,
contradicciones,
talco,
convicciones,
un plazo fijo de nostalgia,
un montón de amor,
el choque frontal de tu sonrisa,
los peajes y la distancia.

Todo eso amontonado en una misma ansiedad,
en una misma paciencia.

Desde la ventanilla del micro,
a lo lejos,
como encendedores en una canción que sabemos todos,
aparecen las luces de alguna ciudad,
y como siempre,
supongo que estoy llegando.




jueves, 1 de noviembre de 2012

Dos puntos:


Nos preguntan los poetas de aterradores bigotes,
los académicos polvorientos, afines de las arañas,
los nuevos escritores asalariados,
que suspiran porque la metafísica de los caracoles
les cubra la impudicia:

ROQUE DALTON


necesito decirte algo:

a ver:

Lucía secó sus lágrimas, y antes de bajarse del taxi, le dijo:

dos por tres desde el octavo se escucha:

prestá atención:

ahí te vas a encontrar con cuatro opciones:

los latidos de tu corazón que están fuera de tiempo son:

toda la lava que supura de mis oídos al oír
tus latidos fuera de tiempo se debe a:

como dijo Silvina Ocampo:

River sale a la cancha con estos once:

todo lo que vieron mis ojos la noche que comencé a morirme fue:

y el loco agarra y me dice:

todos los recuerdos que vaya nombrando pueden retirarse:

siempre después de los dos puntos,
ese pequeño abismo de la sintaxis,
quedamos huérfanos,
así:

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